sábado, 8 de agosto de 2009

El Sistema Educativo Alemán


De las cosas más representativas del sistema educativo alemán se encuentran tres tendencias. Primero la pedagogía filosófica en la cual se aprecia la educación como un proceso de interacción entre un adulto y un hombre joven. Segundo, la ciencia de la educación empírica donde se empieza a desarrollar la investigación educativa como una herramienta para conocer qué hay en el proceso educativo y qué debería haber. La tercera y última tendencia trata la ciencia de la educación crítica; en dicho punto se abre una perspectiva más sociológica del proceso educativo donde se despierta interés por el aporte que la educación pueda brindar a la instrucción y emancipación del hombre. De esta manera la educación pasa a concebirse como un instrumento para el análisis crítico ideológico.


El análisis crítico ideológico busca acercar tanto al profesional docente como a los estudiantes, a los contextos sociales que vive la educación, así se deja a la vista las diversas maneras en que puede desarrollarse el proceso educativo. De esta forma empiezan a develarse, además, las ventajas y desventajas de la educación de acuerdo con el sector social en que se trabaje. Es decir que, esto sirve para identificar tipos de educación que podrían entenderse como: la educación dirigida a la clase dominante y frente a esta, la educación impartida a la población obrera.


Otro de los logros de la educación alemana es el reconocimiento del término “paradigma”, con la puesta en práctica de este concepto se propone un acercamiento a las diferentes maneras de hacer y pensar las instituciones para llegar a la construcción de procesos educativos curriculares.


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Documentos de apoyo:

http://www.dw-world.de/dw/article/0,2144,2239631,00.html

  • El Sistema Escolar Alemán :

http://www.justlanded.com/espanol/Alemania/Herramientas/Guia-Just-Landed/Educacion/El-sistema-escolar-alem-n

  • El Sistema de Educación de Alemania:

http://es.wikipedia.org/wiki/Sistema_de_educaci%C3%B3n_de_Alemania





La educación popular


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La educación popular[1]
La educación popular fue en un comienzo impulsada por los ideales de transformación social que acompañaron a los pensadores y líderes de la independencia. Para esas épocas los conceptos de educación popular se instauraron, sobre todo, como una alternativa pedagógica que tenía como fin la construcción de identidad cultural.
Luego de que la modernidad se instauró en la mayoría de las sociedades latinoamericanas, lo popular como el sentido de pertenencia a un pueblo y su tradición dejó de tener sentido debido a la apertura cultural e ideológica que se vivió a nivel mundial; sin embargo, cuando el fenómeno de la industrialización mostró la opresión que acarreaba el sistema capitalista para los años de 1960, las nociones de lo popular resurgieron para localizar y analizar críticamente “las fisuras del sistema”.
Dentro de la pluriculturalidad que caracteriza el hoy latinoamericano, la educación popular se ha recreado como un movimiento de transformación social que debe sentarse sobre las bases de lo pedagógico y lo político. De igual manera, al interior de los diversos sectores sociales se han generado una serie de espacios educativos externos al sistema institucional de la escuela que pueden reconocerse como parte de la educación popular; entre estos se pueden reconocer: la educación de adultos, los grupos cristianos populares; la izquierda latinoamericana; los movimientos de nueva cultura (liderados por Paulo Freire); la capacitación técnica; los sectores de la academia interesados por la investigación-acción; los sectores de la escuela formal que intentan acercar la escuela a la realidad de lo popular; los procesos de minoría étnicas y de género.
Así, con el proceso histórico que ha vivido la educación popular, ésta ha logrado reconstruirse sobre una serie de principios como: una opción básica de transformación que parta de la realidad social, una opción ética, el empoderamiento de excluidos y desiguales; considerar la cultura como escenario fundamental donde se debe poder concretar negociaciones a nivel de ideales y estilos de vida, estas negociaciones se hacen con el fin de regular aquellos comportamientos dañinos para el bienestar de la comunidad.
Por lo demás, uno de los principios actuales busca estimular el saber práctico-teórico para la producción de conocimiento, esto, considerando la importancia de teorizar sobre los saberes populares que encierran el valor espiritual de las culturas y hacen parte del soporte ideológico en la educación popular.
Por otro lado, se ha de considerar que la noción de lo popular como agente generador de cambios reales ha venido acompañada de una serie de fenómenos que dificultan la consecución de un desarrollo social equilibrado; algunos de estos “fenómenos” son: la fragmentación de las culturas populares y el surgimiento de culturas híbridas; la desterritorialización, es decir, «el fin de las nociones de filiación y el traspaso de los afectivo a nivel social y económico»[2]; el aumento de la cultura de masas y el ciudadano consumidor entendido entre las lógicas del mercado que crean un nuevo ideal de ciudadano.
En estas nuevas concepciones de lo ciudadano, se considera que la calidad de un individuo como ciudadano se mide por el poder adquisitivo. Si es así ¿Qué lugar ocupan en el sistema las poblaciones menos favorecidas o las personas menos enteradas de las modas diplomáticas? Al parecer, ninguno.
De tal manera, a pesar de vivir en tiempos de la “gran” apertura y fusión cultural, cuando las personas obtienen un desarrollo económico están dispuestas a seguir alimentando las cadenas del consumo. Luego de cumplir con las necesidades básicas ¿qué queda? Seguir supliendo las necesidades imaginarias que nos inventan los medios masivos de comunicación. Entonces, ser consumidor activo se hace indispensable para conseguir trabajo, para tener amigos, para conseguir algo de estabilidad en las relaciones sociales afectivas tanto a nivel familiar como personal.
Si este es el panorama de los contextos sociales, sobre qué medidas o pensamientos se pueden guiar los proyectos populares que posean un interés real de transformación. Si al parecer, la gran mayoría de habitantes estamos inmersos dentro de la cultura del consumo, cómo podemos garantizar que los intereses por la superación social sean dirigidos al bienestar del conjunto y no al mero ascenso del estatus por parte de las mentes que formulan los proyectos “educativos” y “populares”.



[1]Documento guía:
· MEJÍA, Marco Raúl y AWAD, Myriam Inés. Educación popular hoy. En tiempos de globalización. Bogotá: Aurora, 2003. 232p.
[2][2] MEJÍA, Marco Raúl y AWAD, Myriam Inés. Educación popular hoy. En tiempos de globalización. Bogotá: Aurora, 2003. Pág. 12

De la lengua hablada a la lengua escrita

De La lengua hablada a la lengua escrita[1]

Tanto la lengua hablada como la lengua escrita incluyen aspectos genéticos en su comportamiento. De estos, se dice que hay dos niveles de formación para la lengua: el nivel del sujeto donde el objeto es interiorizado particularmente y, el nivel social donde los objetos interiorizados entran a ser parte de las herramientas del sujeto para enfrentarse al entorno y a la lengua de grupo.


La lengua hablada es la primera en el proceso de interestructuracción cognitiva. De igual forma, su sistema es diferente al de la lengua escrita, ya que, mientras ésta se compone de fonemas y articulaciones vocales, la lengua escrita está compuesta por signos gráficos que requiere del sistema motor para su producción. Por lo demás, se dice que la lectura implica un procedimiento de decodificación (proceso inconsciente y globalizado) opuesto a lo que sucede en la escritura, en este caso se habla, entonces, de un proceso de decodificación en el cual uno de los principales fines es registrar información que se pretende comunicar. Así, tanto en la lectura como en la escritura se involucran métodos de análisis sintéticos, globales y mixtos de codificación y decodificación de “datos”.


En la enseñanza de la lengua materna, esta se da como un aprendizaje espontáneo que implica procesos de asimilación y acomodación del sentido. La asimilación se refiere a un proceso de análisis estructural; en lo que respecta a la acomodación, en este proceso se incluye la integración funcional de modelos que inducen la reorganización de estructuras cognitivas.


Esto quiere decir que ni la lectura ni la escritura son actividades pasivas relegadas a personas débiles, por el contrario, se trata de “ejercicios” cognitivos que estimulan el desarrollo de la mente humana. Por ejemplo podría aludirse a la gramática (estudio de estructuras lingüísticas) como un estudio que sobresale por la aproximación a la configuración mental que concede. En sí, con la gramática podría considerarse que: la mente es asidero de ideas y las ideas se conforman, en parte, por códigos lingüísticos. Que la cuna de las ideas se encuentre en el alma, en el espíritu, en la información genética o en entes externos que manipulan nuestras emociones, es algo que implica otras reflexiones más abstractas que, en estos momentos, distorsionarían el tema.


Por otra parte y lejos de querer seguir con términos confusos, la gramática y el estudio de la lengua materna no deberían ser, simplemente, función de algunos intelectuales. Tanto la lectura como la escritura son herramientas determinantes en el desarrollo cognitivo de una persona, por ende, la degeneración de estas herramientas no puede aludir sino al manejo de un prejuicio social que se mantiene como el tabú del sexo. Si aun se pueden ver mujeres y hombres escandalizados porque los jóvenes quieren (“requieren”) aprender sobre preservativos, no es de extrañar que el cultivo de la lectura y la escritura siga considerándose como un privilegio de clases o en su defecto, el más tedioso de los ejercicios que existen en la escuela.


En estos términos, que la lectura y la escritura sean mal-considerados por algunos estudiantes y profesores que propagan su mal uso, no es sino el síntoma de un prejuicio dañino que pervive en nuestras mentes, el cual requiere, además, de mostrar al conocimiento como un misterio prófano e incluso inútil para aquellos que requieren ganar dinero; los niños trabajadores son un ejemplo de esto.


En conclusión, a pesar de que la escolarización puede no ser un hecho útil para todas las poblaciones, leer y escribir son complementos indispensables para el enfrentamiento de un individuo ante la sociedad, por algo se ha considerado la educación como un derecho fundamental y esto es algo que puede reconocérsele al Estado. Por otra parte ¿es indispensable que exista la escuela como una institución inamovible para que niños, niñas y demás personas interesadas, puedan aprender estas herramientas?

He querido dejar esta pregunta abierta porque considero que estos temas carecen, actualmente, de una conclusión. La conjetura al interrogante está, ciertamente, en lo real y lo real no se reduce a una interpretación de los hechos.



[1] Este protocolo proviene de las lecturas efectuadas a:

NOT, Louis. EL CONOCIMIENTO DE LAS LENGUAS (LENGUA MATERNA Y LENGUAS EXTRANJERAS), en: Las pedagogías del conocimiento. 4ª reimpresión. México: Fondo de cultura económica, 2000.

La interestructuración (zona desconocida)

La interestructuración atiende a una etapa en el proceso de construcción del conocimiento. En dicho proceso de construcción hay dos actores principales: el sujeto que es el ser de la acción y, el objeto que no hace la acción pero si puede llegar a provocarla. Por medio de los procesos de interestructuración el sujeto accede a la cultura, se forma como un individuo que hace parte de una comunidad y como agente potencial de cambios.


Uno de los rasgos más característicos de este "momento" es que no encierra acontecimientos pasivos, por el contrario, en cada una de estas fases se presentan choques o acciones; la acción se hace, entonces, parte de la reacción al estímulo externo. Cuando el sujeto se enfrenta al mundo real empieza a elaborar una serie de lecturas del entorno, estas lecturas van acompañadas de datos y presaberes culturales; los datos pueden aludir a la información que viene guardada genéticamente (como la capacidad de raciocinio, el lenguaje, la motricidad, la capacidad sensorial); por otro lado, los presaberes culturales hace parte de "las formas de hacer" que la familia inculca en el niño desde su nacimiento. En ocasiones estos tipos de información se conocen como intuición.

De esta manera, cuando un sujeto se dispone a "leer" un objeto para comprenderlo y anexar su comprensión a una "base de datos mental", lo hace desde posiciones que pueden estar direccionadas "inconscientemente" por la cultura y por los códigos genéticos. Así, las lecturas que el sujeto hace del objeto le llevan a generar transformaciones, más, estas transformaciones se entienden, sobretodo, en la percepción del objeto ya que el objeto en sí puede no experimentar cambios. De igual manera, el objeto puede generar transformaciones cuando estimula la acción y la manera como van a ser percibidos los otros objetos.


En los momentos de interestructuración tanto el sujeto como el objeto cuentan con estructuras fusionables. El objeto posee una estructura conocible y por medio de ella aporta información a la estructura cognitiva del sujeto; cuando esto sucede los dos puntos de información que se encuentran se producen choques que inducen a los procesos de asimilación.


Para la educación, explorar estos procesos complejos no significa, simplemente, "encontrar una llave hacia el conocimiento", antes bien, se trata de "mantener las puertas abiertas". En este caso, el saber epistemológico se podría entender como una herramienta de investigación que sirve para explorar los caminos del conocimiento científico que, en ningún momento, debe considerarse superior a la realidad.

¿No es por considerar el conocimiento científico como un saber superior a la realidad, que los planes de escuela resultan inservibles para algunos estudiantes y para sus familias?



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Documento guia:


  • NOT, Louis. La interestructuración del sujeto y del objeto en la organización del conocimiento. Tercera parte; en: Las pedagogias del conocimiento. 4ª reimpresión. México: Fondo de cultura económica, 2000.