sábado, 8 de agosto de 2009

El niño

En los años anteriores al siglo XVII, ser niño significaba estar en un ciclo intermedio entre el embrión y el adulto. Según estudios de la sicología evolutiva, en el transcurso de los años que pertenecen a la “infancia”, una persona desarrolla las habilidades que le harán tomar un estilo de vida determinado. No obstante, en la mayoría de culturas que han sido manejadas por un régimen feudal, los niños que pertenecían a familias menos favorecidas, no contaban con la oportunidad de desarrollar las características especiales de su espíritu o cuerpo; antes bien, estos niños estaban destinados a continuar sirviendo para el trabajo de las tierras o de las minas, entre otros. De esta manera el niño crecía trabajando y contribuía con su mano de fuerza tanto al progreso del señor dueño de las tierras como al sostenimiento de su familia.

Luego de la época oscurantista del Medio Evo, llega una nueva forma de pensamiento para el hombre. Con estos nuevos imaginarios se empiezan a concebir libertades individuales, a reconocer los derechos, los deberes y a formular el concepto de infancia; a partir de éste se da un lugar indiscutible al niño como parte indispensable en la familia y la sociedad. Por estas mismas razones, la etapa de crecimiento del ser humano adquiere un interés para especialistas de todas las áreas y se empieza a considerar el papel que el niño cumple dentro de un mundo adulto.

Entonces, se llega a ver al niño como un futuro individuo que aprende a través del juego, es decir, un ser que conoce el mundo a partir de espacios lúdicos (mágicos) que él mismo crea para interactuar con el entorno. De esta manera el niño debe aprender a dominar las estructuras sociales del adulto, los sistemas “complejos” de convención que conforman culturas (estilos de vida). Por esto también es importante que las disciplinas creadas para mejorar la calidad de vida de los niños como la pedagogía y la didáctica, tengan siempre presente que el niño crea por capacidad innata. De esta manera vale la pena aclarar, además, que la educación no es la que concede la capacidad de imaginar o crear al niño puesto que se trata de habilidades cognitivas inherentes a la condición humana; antes bien, la educación debe encargarse de propiciar espacios adecuados para estimular el libre desarrollo de estas capacidades.

En vista del anterior recuento, hace falta resaltar como el niño era y sigue siendo engañado y explotado laboralmente por su inexperiencia en los oficios; esto, muestra otra particularidad que hace referencia a la subvaloración del niño por su fuerza limitada, por su poco conocimiento del mundo, por el miedo expresado ante situaciones peligrosas o desconocidas. Así, cuando se califica a un adulto como niño por sus comportamientos poco responsables se está dando una muestra del nivel inferior sobre el cual se valora esta etapa de la vida.

Lo más curioso de este aspecto es que, al estudiar las concepciones que se han tenido sobre el niño y compararlas con los contextos actuales, se puede apreciar toda una lista de arquetipos sobre los roles sociales y cómo estos imaginarios han pasado a ser tan universales como dañinos. Por ejemplo, podría aludirse a los siguientes casos: la mujer como fuente de mal, el homosexual como un pervertido, el niño como un inútil, el hombre como el animal más fuerte; estos, son idearios conflictivos que persisten dentro de la apertura cultural que nos deja la era de las tecnologías y las ciencias de la comunicación.

Por otra parte, al mencionar el desarrollo tecnológico de la actual época, se puede evidenciar, una vez más, la clásica confrontación entre los sistemas de creencias religiosos, el avance del conocimiento en las ciencias y las formas especializadas del saber hacer. En suma, con los conflictos sociales de la actualidad y el legado confuso de las culturas, se hace vano querer entender cómo dentro de un mundo con derechos para niños, mujeres y hombres, siguen existiendo atrocidades como la trata de blancas y la explotación laboral…

Tal vez la acción real sobre los problemas humanos sigue siendo el ideal más grande.


Documentos de soporte:
  • ALZATE, María Victoria. Concepciones e imágenes de la infancia. En, Revista Ciencias Humanas, No. 28. Pereira: UTP, enero de 2002.
  • PIATON, Georges. LAS APORTACIONES DE LA PSICOLOGÍA Y DEL PSICOANÁLISIS.
  • TUCKER, Nicholas. LA INFANCIA EN DIFERENTES CULTURAS. En, ¿Qué es un niño? 2 ed. Madrid: Morata, 1982. 176p.

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