martes, 22 de septiembre de 2009

El Paradigma de la Formación y El Sistema Educativo Francés


Para empezar este recuento sobre el paradigma de la formación hace falta aclarar el concepto de paradigma. Un paradigma es el conjunto de creencias e ideologías que forman la base epistemológica de una ciencia determinada. Cuando se habla del paradigma de la formación educativa se alude al soporte ideológico que toma la educación.


Para profundizar sobre estas “bases ideológicas”, se debe considerar antes la magnitud que alcanza este ámbito pues las maneras de comprender la educación han sido tan variadas y diversas como las diferentes culturas que pueden encontrarse, al tener en cuenta, además, el rol de los sujetos dentro de los procesos de formación, ya sea como educador y educando, se pasa a hablar no de un complejo sistema educativo sino de un “magma”. Un magma, en este caso, es la representación colectiva de las creencias sociales. La educación como proceso de formación es un magma porque a través de los conocimientos que se imparten en los planteles educativos y, a través de las experiencias que deja la vida escolar se sostienen, o crean, los imaginarios colectivos.

De igual forma, se hace indispensable considerar las diferencias entre formación y educabilidad. El concepto de formación hace referencia a la capacidad del ser humano para ser formado, en otras palabras, se trata de su maleabilidad (su capacidad “arcilla”) que se explica así; una persona puede “moldearse” de acuerdo a sus experiencias, a las ideologías que reciba en su familia, en la calle, la escuela, el trabajo (etc…), sin embargo, esta capacidad no asegura que al alcanzar la edad adulta esa persona llegue a ser alguien consciente que cuida de no hacer daño a los otros y se procura bienestar espiritual y físico. Antes bien, una persona puede nacer en una familia disgregada donde se le infunda miedo y rechazo; si es así, puede que al crecer su formación lo lleve a continuar con las cadenas involutivas del rencor y el deseo de hacer daño.

Con el anterior ejemplo se puede explicar, con más precisión, porqué al hablar de formación no se habla directamente de educabilidad ya que, la educabilidad maneja la posibilidad de guiar ese proceso de formación para garantizar una estructuración "psicosocial" sana donde el individuo pueda ir en pro de su bienestar personal y colectivo. Efectivamente, no se trata de que la educabilidad del ser humano le lleve a portarse bien para subir al cielo, sino de lograr una conciencia colectiva donde el ser humano aprenda a valorar su condición y la de los otros (como: los animales, las plantas, las personas…)

En vista de los diversos caminos que puede tomar la educación como formación en los países y en sus diferentes instituciones, actualmente se ha llegado a acumular una serie de experiencias académicas que sirven para el conocimiento de la historia de la educación y la pedagógica. De esta manera, se puede constatar cómo el desarrollo de las llamadas “culturas del primer mundo” ha implicado antes que nada un proceso educativo extenso, consciente y real. Es decir que si los países extranjeros han dado a conocer un progreso ha sido porque sus gobiernos se han dedicado a la educación de sus ciudadanos.


Para dar un ejemplo del desarrollo social, cultural y educativo en los otros países, puede recurrirse entonces a los paradigmas que acompañan la educación francesa, alemana y anglosajona. Por su parte, el paradigma francés se interesa por la distinción entre formación y educabilidad; en él, la formación implica un proceso dialógico o discursivo en el cual debe adquirirse consciencia sobre la existencia de el otro (la otredad). En última instancia, la educabilidad dentro de este paradigma muestra un objetivo principal: introducir una conciencia ética dentro de la formación.


De acuerdo con estas premisas, el ser humano sin educación es un ser humano inacabado. Por esto la educación debe adquirir responsabilidad sobre la formación de los individuos, para que estos reflexionen sobre las maneras de saber vivir y convivir. Desde luego, estos propósitos hacen de la educación un organismo necesario para el progreso social, no obstante, cuando se habla de la educación como una ruta, cabe señalar la posibilidad de caer en un régimen donde se posesionan creencias acerca de lo que está bien o lo que está mal y, donde queda en entredicho el don de la libertad individual.


Cultivar el manejo de “la libertad individual” implica un proceso de concientización que llega con el manejo de la autonomía y la responsabilidad personal. Si se sujeta al individuo a un conjunto de reglas contradictorias y compra de indulgencias, puede que las ideas de la educación como formación se pierdan pues al imponer la voluntad superior se anula el espacio que requiere el individuo para reflexionar y decidir.


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