sábado, 8 de agosto de 2009

El educador

El educador[1]


De todas las representaciones que ha tenido la imagen del maestro en el correr de la historia[2], aquella que reconoce su cualidad como persona es una de las más realistas, por algo hace parte de la concepción contemporánea. Es ciertamente difícil la tarea de inducir una “enseñanza” en la formación del ser humano; esto, empezando porque el profesor es también un ser inacabado que adquiere como misión ficticia la instrucción de otra persona.


Que el profesor sea un ser inacabado no atiende a defectos o incapacidad por parte de este. Cuando hago referencia a un ser incompleto pienso, además, en el número infinito de posibilidades que tiene una persona para formarse, educarse y crecer durante TODO el trayecto de su vida. Con esta capacidad que nos brinda el ser seres vivos en MOVIMENTO la posibilidad de ser mejor (o peor) está constantemente abierta.


Sin embargo, para que el mundo ilimitado no sea un caos incomprensible para la razón, se han generado una serie de “limites” o “normas” que nos han permitido conocer el concepto de convivencia. Ahora, de acuerdo al tema de la imagen del educador me pregunto ¿puede un profesor demostrar a sus estudiantes lo que significa, en lo real, convivir si se póstula como un ente intocable?… ¿Cómo puede el ser humano pensar en convivencia si quiere tapar con un dedo su capacidad de emocionarse?…


Emocionarse no tiene nada que ver con ridiculeces o corazones débiles, hace parte de los dones que vienen al ser humano por naturaleza, es decir que, el ser humano percibe el mundo gracias a “sus sentidos” (oler, tocar, ver, degustar, etc). Por ende, aquel que pretenda obviar esta parte “mínima”, aparentemente boba, ¿podrá instruir a los demás sobre el mundo real? ¿Podrá ofrecer a sus interlocutores algo de congruencia?
Negar los sentimientos es negarse a sí mismo y es importante que el profesor en este aspecto posea, al menos, un equilibrio mínimo.


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[1] El siguiente protocolo es resultado de las lecturas críticas hechas al documento de:

· Böhm, Winfried. La imagen del maestro en el correr de la historia. En, Revista Educere. Enero – marzo de 2006, volumen 10 número 32, Universidad de los Andes, Mérida Venezuela. pp.181-188.

[2] A saber: auxiliar de la naturaleza, agente de la sociedad y, representante de una humanidad realizada.

1 comentario:

  1. A lo referente del educador.

    Las emociones traen consigo no sólo viejos recuerdos sino también muchas veces la incapacidad de poder cambiar las cosas, los sistemas educativos de cada país, marcan en beneficio de sus políticas e intereses, las normas y procedimientos con que se deben aplicar la curricular de la educación. Siendo en América Latina una figura de tantas transformaciones, emociones vividas y de muchos irse y venir con los años, siguen siendo los más mal pagados por los sistemas educativos.

    A la pregunta ¿podrá instruir a los demás sobre el mundo real? ¿Podrá ofrecer a sus interlocutores algo de congruencia? Claro en la medida que este se vincula con la realidad y no solamente pasamos de desapercibido los hechos cotidianos que hacen a una persona ser una figura de sabiduría y de mucho empreño en sus labores, sino más bien un ser social, comunitario que en constante relación con la realidad trata a diario de reinventar cosas nuevas con los pocos materiales didácticos y las pobres bibliotecas que ofrecen ediciones desfasadas de la realidad, no digo con esto que la internet supera una buena lectura de un libro, sino más bien el hecho de encontrar dentro de las experiencias vividas tantas formas de poder vincular la realidad con los espacios donde se determinan la incidencia de un educador.

    La negación de la valoración personal es uno de los tantos métodos de autodestrucción.

    Me parece la última parte muy acertada…”por ende Negar los sentimientos es negarse a sí mismo y es importante que el profesor en este aspecto posea, al menos, un equilibrio mínimo”.

    José Javier Castillo
    Educador Popular
    Nicaragua
    josjavcas@yahoo.es

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